Que el frío no deja de torturar la punta de los dedos de mis pies, que la madrugada me esté aplastando y me deje respirando, que las manos me suden y resbalen tan grotescamente con una lentitud interminable, que infinitas melodías estrangulen mis oídos sordos, que los ojos me pesen y no los pueda cerrar, que la oscuridad liquide mis pensamientos tan flamables… No, eso ya no importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario